El Tratado De Libre Comercio Y La Ley Laboral En México

Cittac, Centro de Información para Trabajadoras y Trabajadores

Tijuana, Baja California

Oct 3, 2002

Como bien sabemos, en 1994 se inició en México una nueva etapa de la globalización, con la formación de una zona de libre comercio entre Estados Unidos, Canadá y México. En 1994, nació el Tratado de Libre Comercio (TLC).

No sabemos las negociaciones de fondo, los pactos secretos que acordaron los gobiernos de los tres países. Sin embargo, es un hecho que la Constitución Mexicana estuvo entre los asuntos pactados, pues tras la firma del TLC vinieron muchos cambios constitucionales, y eso no era coincidencia.

La Constitución Mexicana tiene una larga historia. Por muchos años, mexicanos y mexicanas hemos aprendido que los tres artículos más importantes de la Constitución son el artículos 3, 27 y 123. Estos artículos vienen de la revolución mexicana de 1910, y se lograron con el sacrificio de un millón de mexicanos que murieron durante la revolución. Los artículos 3, 27 y 123 protegen la tierra, la educación y el trabajo de los mexicanos, respectivamente. Sabemos que estos artículos no son perfectos y que no se cumplen, o que se cumplen a medias. Sin embargo, los artículos 3, 27 y 123 expresan un ideal de justicia, representan una esperanza de cambio, y ayudan a la lucha por mejores condiciones de vida y trabajo para la clase trabajadora.

Pues bien, después de la firma del TLC, estos tres artículos de la Constitución Mexicana han estado bajo asalto del gobierno mexicano. Primero se golpeó el artículo 27 y los campesinos perdieron el derecho a obtener tierra para trabajar. Entonces estalló la rebelión zapatista en Chiapas. Luego se cambió el artículo 3 y se exigió a los estudiantes renunciar a su derecho de obtener educación superior gratuita. Entonces ardió la UNAM, la universidad más grande en todas las Américas, contra de la privatización de la educación. Y ahora le toca el turno al artículo 123, que rige las relaciones obrero patronales en México.

El artículo 123 de la Constitución Mexicana establece los derechos y obligaciones reconocidos a un trabajador o una trabajadora. La ley laboral mexicana ordena que la jornada máxima de trabajo sea de día de ocho horas al día; que el salario mínimo sea suficiente para satisfacer las necesidades normales de un jefe o jefa de familia y sus dependientes económicos; que se respete el principio de que a trabajo igual, salario igual, sin importar sexo o raza. El artículo 123 y sus leyes complementarias también plantean la obligación de los patrones de responsabilizarse de los costos de los accidentes e indemnizar a sus empleados y empleadas así como el derecho a la sindicalización y a la huelga. La ley explícitamente prohibe la existencia de reglamentos de trabajo que estén en contradicción con el artículo 123 de la constitución, aunque muchas industrias maquiladoras violan a diario este principio. De nuevo, repetimos, las leyes laborales en México no siempre se cumplen, pero que quienes trabajamos, luchamos por que se cumplan.

Tras la firma del Tratado de Libre Comercio, las agrupaciones de empresarios han venido exigiendo cambios al artículo 123 y hoy, con el apoyo del gobierno de Vicente Fox, han elaborado una iniciativa de cambios que está en discusión en el congreso.

La nueva ley que el gobierno quiere crear la llamamos la “ley laboral del libre comercio,” pues parece hecha para fortalecer al TLC. En la nueva ley se habla de “empleador” en lugar de “patrón.” Patrón quiere decir el que ordena; empleador significa el que da empleo. El cambio de palabras revela que el modelo para los cambios es la ley laboral de los Estados Unidos.

Uno de los puntos que más quieren cambiarse es la jornada de trabajo. Los patrones, o “empleadores,” quieren quitar la ley que pone límite de ocho horas diarias de trabajo y reemplazarla por una jornada “flexible” de 48 horas a la semana, “al estilo de Estados Unidos,” dicen algunos voceros patronales. Con este cambio, el trabajador sale perdiendo. Se le puede obligar legalmente a trabajar 10, 12 o más horas al día sin pagar tiempo extra. Se le pueden cambiar los horarios de trabajo. La trabajadora ya no puede organizar su vida, ya es más difícil encontrar quien cuide de los hijos mientras uno va al trabajo, ya no se puede ni soñar con capacitarse o ir a la escuela. El salario del trabajador baja aunque trabaje lo mismo, pues tendrá menos pago de horas extras. Y en realidad la obrera trabajará más, pues el desgaste del cuerpo y la mente es mucho mayor si uno sigue trabajando después de ocho horas diarias.

Con la nueva ley, el gobierno también quiere cambiar las reglas de contratación. Bajo la ley actual, el trabajador adquiere un contrato permanente, y con derecho a la seguridad social desde el primer día de trabajo. “Pero qué inflexibilidad,” dicen los patrones, que ahora quieren llamarse empleadores. Quieren una ley para contratar trabajadoras de forma temporal, por tres o seis meses o menos, y sin responsabilidad de recontratarlas después de este tiempo. De nuevo, se sigue el camino de sociedades “más avanzadas,” como la de Estados Unidos.

México tiene múltiples problemas de injusticia social, incluyendo la falta de tierra para los campesinos y el pago de salarios de hambre para los trabajadores. El artículo 123 de la constitución exige que los salarios sean suficientes para mantener a una familia. Esto no se cumple y con la nueva ley laboral no se incluye nada para que el salario mejore. En cambio, desde que se inició Tratado de Libre Comercio en México, el salario real de las trabajadoras ha bajado en forma terrible. Hoy, 80% de la población mexicana se encuentre en la pobreza y de ellos, al menos la mitad sobrevive en pobreza extrema.

Los líderes sindicales de la Central de Trabajadores de México (CTM) y del Congreso del Trabajo (CT) han anunciado que aceptarán los cambios a las leyes laborales propuestas por el gobierno y los patrones. Es una nueva traición en su larga carrera de sindicatos charros. Pero a cambio, ellos obtienen más control sobre los trabajadores pues la nueva ley laboral hace más difícil ir a huelga y crear sindicatos democráticos.

Pero los cambios a la ley laboral mexicana no pasarán sin resistencia. Ya hay grupos de trabajadores que dicen ¡no! a la ley laboral del Tratado de Libre Comercio, incluyendo trabajadores del petroleo y la electricidad. La inquietud está creciendo y las organizaciones de trabajadoras de la maquila en la frontera México/Estados Unidos están avanzando en su cooordinación y echando raíces más fuertes y profundas en las fábricas.

Los indígenas de Chiapas no se dejaron. Los estudiantes de la Universidad también se rebelaron. Las trabajadoras y trabajadores se preparan para dar la pelea.